7 de diciembre de 2014 - Haciendo un Autopista

Lecturas del Dia
Este martes pasado, Barry y yo estuvimos aquí en la iglesia con otro músico. La parte delantera de la iglesia estaba iluminada tenuemente. Vi que la puerta interior de la iglesia se abrió ligeramente y luego se cerró y volvió a abrirse de nuevo. Y entonces vi a una persona caminar muy vacilante en la iglesia y deslizarse lentamente en el último banco. Sólo para asegurarme de que todo estaba bien, decidí caminar hasta la persona. Mientras tanto, yo vi a esta persona caminar hacia mí. Cuando yo podía ver más claramente vi que era una mujer joven y ella estaba claramente angustiada. Me presenté y pregunté qué podía hacer por ella. Ella dijo que su abuela se murió recién y antes de que pudiera terminar la frase estaba llorando nuevamente. Mientras la abrazaba, ella simplemente se derrumbó y lloró incontrolablemente. Barry me  dijo  que la escucho llorar fuertemente. Por un momento sentí que su cuerpo se desvanecía  en mis brazos. Después de recuperarse, la llevé a un lado y hablé con ella. Su nombre era Andrea. Ella me dijo que había salido de su fe y que cuando se enteró de que su abuela falleció ella esperaba que alguna iglesia estuviera abierta para que ella orara. Oré con ella por su abuela, la invite a encender una vela, le di la oración al Espíritu Santo y la dejé sola en oración. No estoy seguro de cuánto tiempo quedó, pero aquí está lo interesante. Normalmente, esta iglesia nunca está abierta los martes a las 6:30 pm y yo nunca estoy en la iglesia en ese momento. Yo quede asombrado al pensar en esto cuando regrese a la rectoría. Ahora escuchen estas palabras de la primera lectura de hoy: "Consolad, consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios." Yo sé que Dios estaba tratando de llegar a Andrea y consolarla en su desesperación. No estoy seguro de lo que significaba este momento para Andrea ni si alguna vez volveré a verla para saber. Para mí fue un momento con Dios. Yo Me decía a mí mismo en voz baja, "Dios es real, Satish, Dios es real."

El domingo pasado hemos reflexionado sobre cómo los israelitas estaban en la desesperanza y la desesperación. Los israelitas hicieron tres cosas como resultado. Ellos dieron un paso atrás, examinaron sus vidas y oraron por la renovación. La lectura de hoy es una continuación de la historia. Finalmente, Dios viene a través de las personas. Dios ofrece comodidad a las personas, proclama el fin del exilio y regresa de nuevo a Jerusalén. Es por eso que Isaías dice: "Preparad una calzada para nuestro Dios." Creo que Dios estaba ofreciendo tres cosas al pueblo de Israel. En primer lugar, Dios le estaba ofreciendo consuelo, Dios les estaba ofreciendo un desafío y Dios les estaba ofreciendo una responsabilidad. Me gustaría reflexionar sobre estas tres dimensiones como puntos prácticos para nosotros para el Adviento.


1. En primer lugar, Dios ofrece consuelo. Dios declara el fin del exilio en estas palabras: "Consolad, consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén

y decidle a voces que su lucha ha terminado,...el   Señor ha recibido

el doble por todos sus pecados."(Is 40, 1-2). Para la gente en el exilio  la comodidad vino de la conciencia de que, después de todo, Dios no los había olvidado. Una vez más, las personas experimentan a Dios en medio de ellos. Estoy seguro que esta es la experiencia de Andrea. Dios constantemente nos ofrece su presencia . La única razón por la que podemos sentirnos alejado de Dios es porque la oración, la reflexión sobre las Escrituras, los sacramentos y el servicio no son parte de nuestras vidas. ¿Es este adviento un tiempo para la oración para ti? ¿ la oración  para ti es como tu aliento?


2. En segundo lugar, Dios presenta un desafío. A medida que las personas se preparan para volver a Jerusalén, Isaías dice a las personas "enderecen en la estepa una calzada para nuestro Dios" (Is 40: 3). Este es el mismo grito que escuchamos de Juan el Bautista en el evangelio de hoy la lectura (Mc 1, 3). El desierto es un lugar muy especial en la historia del pueblo de Israel. Es un lugar de la abnegación; es un lugar de la disciplina; es un lugar donde las personas desarrollan completa dependencia de Dios; se trata de un lugar de elaboración. Si tomamos el aspecto comercial de la Navidad, el Adviento es realmente como un desierto. Es un tiempo para la disciplina, la abnegación, para la preparación, y para la oración. Hagamos una autopista para Dios en nuestra vida. Que estos días de llegada sean una intensa preparación para el Dios que viene a salvarnos.


 3. En tercer lugar, Dios presenta una responsabilidad. Después de su segundo éxodo, después de haber disciplinado a sí mismos, y se enteró de la dependencia, el Señor les confía una gran responsabilidad. Israel no es simplemente llamada a proclamar la buena noticia, sino  ella es la "heraldo de buenas nuevas." Israel es la buena noticia. Ellos mismos se convierten en la presencia de Dios. ¿Qué significa esto para nosotros? Andrea, la joven quien entró en la iglesia el martes pasado, es el representante de todos los que están sufriendo estos días. Nuestro país está en una crisis racial y económica. Y también están los que se sienten rechazados por la sociedad, por la iglesia, y tal vez por sus propias familias. Esta Navidad podemos llegar a una etapa en la que por el nacimiento del Señor en nuestros corazones, podamos decir como Andrea: "Aquí está tu Dios" Nos ha dado la responsabilidad de convertirnos en el pesebre que llevó al Salvador. A convertirnos en el portador del perdón y de la compasión a alguien que necesita ayuda, a orar con alguien que está solo, ayudar a alguien que necesita su ayuda. Que nos convirtamos en el pesebre que llevó al Salvador.


Permítanme concluir diciendo que, el mismo Jesús, cuya llegada el Bautista anunció que vendrá a nosotros en el pan y el vino. Incluso mientras nos preparamos para su venida durante la Navidad, hoy, ahora mismo, Cristo venga a nosotros para consolarnos, para desafiarnos y confiarnos su buena noticia. Vamos a estar preparados para ser consolados, a ser perdonados, y que podamos  asumir nuestras responsabilidades. Amén.

-Padre Satish Joseph