24 de junio de 2018 - Una vida que APunta al Cordero de Dios

Solemnidad de Natividad de San Juan Bautista
Lecturas del Dia
No  siempre  la fiesta de la Natividad de Juan el Bautista cae en domingo. Este año sucede que sí. En general, las lecturas dominicales  tienen prioridad sobre la mayoría de las lecturas del día de fiesta. Sin embargo, Juan el Bautista es una figura tan importante en la Biblia que la iglesia deja de lado la lectura del 12° Domingo del tiempo ordinario para enfocarse en él. Dado que la Iglesia intencionalmente le da a Juan el Bautista este lugar de honor, reflexionemos sobre su vida y mensaje.
Aquí hay tres puntos para la reflexión:

1) Que nuestras vidas siempre apunten hacia Jesús. Juan el Bautista tuvo un papel muy específico en la Historia de la Salvación. Lo específico de su papel es solo secundario a María, la madre de Jesús. Las palabras de Isaías en la primera lectura de hoy describen perfectamente la vida de Juan el Bautista: "El señor me llamó desde el nacimiento, desde el vientre de mi madre me dio mi nombre.” Los Evangelios describen el papel de Juan el Bautista como el reconocimiento de Jesús, preparando el camino del Señor y apuntando hacia Jesús, el Cordero de Dios. Si es que como dice Isaías, Dios eligió a Juan el Bautista desde el vientre de su madre para esta misión en particular,  entonces, Juan cumplió perfectamente esa misión. Cuando miramos hacia atrás en la vida de Juan, podemos decir: "¡Qué vida tan maravillosa!" Lo que era cierto del llamado y la misión de Juan el Bautista también es cierto para nosotros. Nosotros también somos llamados desde el vientre de nuestra madre. Nosotros también tenemos una misión. Nuestras vidas, también, siempre deben apuntar al Señor. Que la generación futura diga que nuestra vida siempre apuntó al Señor. Qué vida tan maravillosa es la vida que siempre apunta a Jesús.
2) "En la Tierra como en el Cielo." De la descripción que tenemos en los Evangelios, Juan vivió una vida muy austera y ascética. Incluso para los estándares bíblicos, un hombre que vivía en el desierto, se vestía con piel de camello y comía langostas silvestres y miel, no era común. ¿Quién era este hombre? ¿Qué estaba haciendo en el desierto? Los estudiosos de las Escrituras nos dicen que Juan muy probablemente perteneció a una pequeña comunidad ascética llamada Esenios. Los Esenios eran una secta del Segundo Templo Judaico. Su objetivo principal era la piedad hacia Dios y la justicia hacia la humanidad. Se dedicaron al ritual  de la purificación diaria, se enfocaron intensamente en servir a otros en la comunidad, dedicaron sus vidas a controlar sus temperamentos y servir como canales de paz, y se esforzaron por la pureza. Esta vida austera y ascética no era por sí misma. Realmente creían que al vivir una vida de pureza podían acelerar la venida del Mesías. Dedicaron toda su vida a la aceleración del Reino de Dios. Como católicos, no creemos que podamos hacer nada para acelerar la venida de Cristo. Sin embargo, sí creemos que Jesús nos invita a orar "¡Venga a nosotros tu Reino, así en la tierra como en el cielo!" De hecho, la Iglesia está llamada a ser la expresión más cercana del Reino de Dios en la tierra. No es solo la Iglesia. Nuestras familias están llamadas a ser la expresión más cercana del Reino de Dios en la tierra. Cada una de nuestras misiones, como la de Juan, es proclamar: "¡El Reino de Dios está aquí!". Mientras celebramos la Natividad de Juan el Bautista, que nuestras vidas también proclamen: "¡El Reino de Dios está cerca!" Y lo hacemos, porque genuinamente buscamos el reino de Dios.  
3) ¿Dónde más nos encontramos con Cristo? Juan el Bautista estaba en el vientre de su madre cuando se encontró por primera vez con Jesús. Jesús también estaba en el vientre de María entonces. ¡Y, sin embargo, Juan reconoció a Cristo! Qué vida afortunada? Más tarde, reconocería a Cristo mientras caminaba entre la multitud. En aquellos días, los niños y las multitudes no eran lugares donde uno buscaría a Cristo. Juan reconoció a Cristo no en el Templo, ni entre los religiosos, ni entre los poderosos gobernantes de la época. Él reconoció a Cristo en el lugar más improbable. ¡Qué vida tan afortunada! ¿Dónde más reconocemos a Cristo? Es fácil ver a Cristo en la Iglesia, en la Eucaristía. Es fácil ver a Cristo en la gente cómoda, piadosa y religiosa. Es más duro ver a Cristo en los pobres, en los niños, en los oprimidos por la violencia y la guerra, en los hambrientos, los sedientos, los desnudos, en las desesperadas familias de inmigrantes siendo desgarrados. En última instancia, ¿no es eso lo que Cristo mismo dijo? Lo que sea que hagas por el más pequeño de mis hermanos y hermanas, ¿me  haces a mi ? Qué vida tan maravillosa es la vida de aquel que reconoce a Cristo dondequiera que esté Cristo.
Hoy, en esta Eucaristía, el celebrante levantará el pan y dirá: "¡He aquí el Cordero de Dios!" Al reconocer y recibir a Jesús, el Cordero de Dios, que nuestras vidas apunten constantemente hacia El .

-Padre Satish Joseph