20 de septiembre de 2020 - Donde la Justicia y la Misericordia se Encuentran

XXV Domingo Tiempo Ordinario
Lecturas del Dia
¿Cuántas veces  gritaste: "¡No es justo!" Probablemente digo esto al menos una vez al día. A veces estoy en lo cierto y otras no. Cuando experimentamos una injusticia en la sociedad, buscamos justicia en el sistema judicial. Es lo correcto. Como cristianos también creemos que la justicia es una cualidad divina y que Dios es un Dios justo. Sin embargo, en el ámbito religioso, cuando hemos hecho algo malo y nos presentamos ante Dios, no buscamos la justicia de Dios, sino la misericordia de Dios. Aquí, entonces, está la dicotomía: sabemos que Dios es justo, pero esperamos ser tratados con misericordia. Como dice el salmista: “Si tú, oh Señor, tuvieras en cuenta nuestra culpa, ¿quién sobreviviría? (Sal 103: 3). Si Dios nos tratara a los pecadores de la misma manera que el sistema de justicia trata a los ofensores, ¿cómo sería el confesionario? En la tradición judeocristiana, ¿se sabe que Dios es justo y misericordioso? ¿Dónde se encuentran la justicia y la misericordia? La parábola del generoso dueño de la viña en la lectura del evangelio de hoy es una respuesta a esta pregunta. Solo para recordar, en la parábola, el dueño de un viñedo invita a los trabajadores a trabajar en su viñedo en diferentes momentos durante el día, pero les paga a todos el mismo salario. Esto hace que los que vinieron primero se quejen. Esto también hace que Jesús diga: "¿Tienes envidia porque soy generoso?" (Mt 20:15). 
En mis tres puntos, me gustaría abordar el tema de la justicia de Dios, la misericordia de Dios y la generosidad de Dios.  

1. El último será el primero. Para comprender la conexión entre justicia y misericordia, debemos comenzar con la moraleja de la parábola que Jesús propone al final de la parábola. Dice: "Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos". ¿Qué está pasando realmente aquí? Jesús fue acusado de asociarse con personas de mala reputación, una acusación que Jesús nunca negó. Él mismo dijo: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mt 9,13). Las llamadas 'personas religiosas' en la época de Jesús pensaban como muchos de nosotros: Dios y el cielo son para los justos. Jesús cambió este pensamiento al revés. En la parábola, al dar igual salario a los que vinieron al final, el dueño de la viña no estaba negando a los justos lo que les correspondía. De hecho, estaba siendo justo. Sin embargo, al dar el mismo salario a los que vinieron después, fue misericordioso. Muchos años después, cuando Mateo escribió su evangelio, esta parábola también sirvió para normalizar la relación judeo-cristiana y gentil-cristiana. A través de la parábola, Jesús estaba dando una lección muy simple: Dios es accesible para los justos y los pecadores, los judíos y los gentiles. Sin embargo, la gente justa comenzó a ofenderse con Jesús por mostrar misericordia hacia aquellos que, en su pensamiento, no la merecían. Pero como dice Isaías en la primera lectura de hoy, Dios no piensa como nosotros. “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Tan alto como los cielos sobre la tierra, tan altos son mis caminos sobre tus caminos y mis pensamientos sobre tus pensamientos. (Isaías 55: 8-9). ¿Qué significa esto para nosotros? Significa que las personas religiosas debemos evitar la tentación en la que cayeron los fariseos y los escribas: ¿la tentación de controlar cómo actúa Dios en el mundo? Las lecturas de hoy nos enseñan a no jugar a ser Dios. A diferencia de nosotros, Dios es justo y misericordioso. Aquellos que consideramos indignos también tienen una oportunidad de eternidad. 
   

1. Cuando la justicia y la misericordia se encuentran. Permítanme volver a la pregunta original: en el cristianismo, ¿dónde se encuentran la justicia y la misericordia? Encontramos la respuesta al final de la parábola del generoso dueño de la viña. Cuando las personas que llegaron primero al viñedo se quejaron contra el propietario porque las personas que llegaron en último lugar recibieron el mismo salario que ellos, él dijo: "¿Tienes envidia de que sea generoso?" La respuesta, entonces, está en la palabra "generosidad". Los que llegaron temprano a la viña recibieron su justa recompensa, mientras que los que llegaron tarde a la viña experimentaron la misericordia de Dios. Tanto la justicia como la misericordia fluyen de la generosidad de Dios. Tanto los justos como los pecadores, los primeros y los últimos, pueden esperar una recompensa eterna gracias a la generosidad de Dios. Aquí, entonces, está el punto más importante de la parábola: que la salvación no es algo que ganamos. La salvación y la eternidad son los generosos regalos de Dios para todos nosotros. La salvación no es algo que logramos. La salvación se logra porque Dios es un Dios generoso, en quien la justicia y la misericordia se encuentran en un perfecto equilibrio divino. Pruébelo esta semana - cada persona, cada tema, cada situación - ¡mírelos con el corazón generoso, justo y misericordioso de Cristo! 
   

1. “Conduzcanse de una manera digna del Evangelio de Cristo”. A la luz de la generosidad, la justicia y la misericordia de Dios, la exhortación de Pablo a “comportarse de una manera digna del evangelio de Jesucristo” es verdaderamente significativa. Los que estamos familiarizados con la generosidad de Dios y los que buscamos constantemente la misericordia de Dios debemos comportarnos "de una manera digna del evangelio de Jesucristo". Si en verdad nos conducimos de una manera digna del evangelio; si nos comportamos con el tipo de generosidad, justicia y misericordia que Jesús destaca en la parábola, tiene implicaciones para nuestra iglesia y el mundo. La misión de la iglesia es reflejar la misión de Jesucristo. A esto se refería el Papa Francisco cuando, al comienzo de su pontificado, decía que "la iglesia es un hospital para los pecadores y no un museo para los santos". En estos días, nos inclinamos a mirar los problemas de nuestra sociedad a través de lentes ideológicos y partidistas. Ya se trate de cuestiones de vida o muerte, racismo, inmigración, economía, violencia con armas de fuego, el medio ambiente, la pandemia o incluso la iglesia, somos un pueblo que se está destrozando unos a otros. Sin embargo, si "nos comportamos de una manera digna del Evangelio de Jesucristo"; si evaluamos estos mismos temas a través de los ojos del evangelio de Jesucristo; si miramos a las personas asociadas con estos temas desde la perspectiva de la generosidad, la justicia y la misericordia de Dios, entonces creo que estaríamos teniendo una conversación muy diferente. Una iglesia y una sociedad basadas en la generosidad, la justicia y la misericordia de Dios se verían muy diferentes a las estructuras, las instituciones y las naciones que hemos construido para nosotros hoy. 
   

Cada Eucaristía es una experiencia de la justicia y la misericordia de Dios. Cuando venimos a la Misa, nos presentamos ante Dios como una comunidad de pecadores. Es por eso que comenzamos cada misa suplicando: "Señor, ten piedad". Dios podría condenarnos.Sin embargo, Dios tiene misericordia de nosotros. La comunidad cristiana abandona cada Eucaristía como una comunidad reconciliada, habiendo experimentado la generosidad y la justa misericordia de Dios. Al salir de esta iglesia hoy, asegúrese de proclamar que Dios es justo. Pero en tus acciones, deja que la misericordia de Dios se vuelva viral.
- Padre Satish Joseph