XXIV Domingo Tiempo Ordinario
Lecturas del Dia El viernes pasado, comencé una serie de ocho semanas sobre Juan de la Cruz y quiero comenzar mi homilía con una historia de su vida. A mediados del siglo XVI, Juan, junto con Teresa de Ávila, habían emprendido una reforma de la vida monástica. Esto provocó no poco descontento entre los carmelitas. Juan se convirtió en víctima de la malicia de algunos de sus hermanos. Una fría noche de diciembre de 1577, un grupo de carmelitas armados llegó a su monasterio, lo secuestró y lo metió en la prisión del monasterio. Fue acusado de rebelión. Como si eso no fuera suficiente, después de dos meses de encarcelamiento, temeroso de escapar, fue trasladado a una simple celda de prisión de un metro por dos metros, sin ventilación, y solo una pequeña grieta cerca del techo para dejar entrar la mínima luz. Sufrió intensamente por la falta de comida, baño y ropa limpia. Los piojos, la inanición, la fatiga y el abuso físico y mental casi lo matan. Después de nueve meses de abyecta miseria, logró salir de la cárcel en una temeraria y casi milagrosa huida. Le tomó meses recuperarse. Después de que se recuperó de los efectos de su espantoso encarcelamiento, apenas se escucha a Juan de la Cruz hablar sobre este evento. En cambio, como él diría, vio la mano de Dios en la experiencia e instó a los demás a no hablar sin la caridad acerca de sus perseguidores. Una vez, cuando uno de sus compañeros le recordó su sufrimiento, Juan dijo: “Padre, este no es el momento de pensar en eso; es por los méritos de la sangre de nuestro Señor Jesucristo que espero ser salvo ". Como dice el libro de Eclesiástico en la primera lectura de hoy, "¡La ira y el rencor son cosas odiosas!" (Sir 27:30). Hoy nos enfrentamos a una de las enseñanzas más exigentes de Jesús: la absoluta necesidad del perdón. Jesús no solo enseñó el perdón, sino que lo vivió de manera radical en su propia vida. A veces fácil, a veces difícil, en un momento u otro estoy seguro de que todos nos hemos enfrentado a situaciones en las que nuestra capacidad de perdonar se pone a prueba. En mis tres puntos de hoy, permítanme compartir mi reflexión sobre la pregunta de Pedro: "Señor, si mi hermano peca contra mí, ¿con qué frecuencia debo perdonar?" (Mt 18:21).
-Padre Satish Joseph
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November 2022
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