13 de agosto de 2017 - Cuando Tienes miedo

XIX Domingo Ordinario
Lecturas de Hoy

¿Cree que Jesús experimentó el miedo? Hubo momentos en su vida en que fue superado por el miedo? Los evangelios no tienen ningún caso registrado que Jesús tenía
miedo. La única instancia que podemos asumir que temía es cuando estaba en el jardín de Getsemaní, donde Lucas nos dice que: “Se llenó de tal agonía, oraba fervientemente que su sudor era como grandes gotas de sangre.” Por otro lado, los evangelios tienen instancias de cuando Jesús instando a sus discípulos que no tuvieran miedo. En las últimas dos semanas, dos veces hemos oído el mismo mensaje. En las lecturas del fin de semana, después de la transfiguración, que llegó a sus apóstoles asustados y les dijo: “Levántense, y  no tengan miedo.” En la lectura del Evangelio de hoy en día  vino al rescate de sus apóstoles aterrorizados y les dijo: “¡Ánimo, soy yo; no tengan miedo!”¿Está siendo razonable Jesús cuando  les pide a sus discípulos a no tener miedo? Desde luego, parece atribuir su miedo a su falta de fe. Jesús dice a Pedro quien está a punto de ahogarse, "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” ¿Hay una conexión entre el miedo y la fe? Mis tres puntos en esta homilía son una reflexión sobre esta cuestión.

1. No hay nada malo en tener miedo. El miedo no es necesariamente una emoción negativa. pienso en el miedo como un instinto o una emoción dada por Dios. el miedo es necesario para la auto-preservación. El miedo nos impide entrar en peligro, de ser imprudente o infligir autolesión. Debemos dar gracias a Dios por hacernos capaces de tener miedo. Por otro lado, el miedo se convierte en un problema si nuestros miedos son irracionales o si el miedo determina nuestras opciones de vida. Los discípulos en  lectura de hoy tenían todas las razones para tener miedo. Yo también yo hubiera  gritado si viera a una figura como un fantasma, o si me estaba ahogando. Mi momento más terrible fue cuando me recogí a mi padre desde el baño cuando tuvo su primer ataque al corazón. Pensé que había muerto en mis brazos. Si yo estoy oyendo a Jesús correctamente, yo entiendo que diga que la fe es fundamental cuando tenemos miedo. Cuando Pedro y los otros apóstoles experimentaron temor Jesús les empujó a ser más fuerte en la fe. Creo que Jesús y las Escrituras nos dicen que no hay manera de evitar el miedo, pero que podemos manejar o superar el miedo con la fe.

2. ¿Qué es la fe cuando tenemos miedo? Aquí está mi respuesta a esta pregunta. Por un lado, cada uno de nosotros tenemos nuestra vida individual y todo lo que nos hace la vida significativa - la familia, el trabajo, la salud, el bienestar económico, la seguridad social, nuestro futuro. Por otra parte, allí está Dios - nuestro creador, sustentador, redentor y el destino. La fe es el punto preciso donde la vida y Dios se cruzan. Una persona de gran fe es aquel cuya vida y Dios están constantemente en intersección. Lo ideal es que queremos que la vida y Dios sean  integrados que las líneas no sean borrosas. No todos están allí  sin embargo. Los discípulos no estaban allí. Hay momentos en que el miedo paraliza nuestra vida - de descubrir que tiene cáncer, que se va a perder su trabajo, que su hijo está en las drogas, que su matrimonio está en problemas, de que podría haber una guerra nuclear. Estos son los momentos que Jesús podría decirnos: “Hombre de poca fe!” Por esto, Jesús no quiere decir que nos menosprecia, sino más bien, nos anima a dejar en manos de  Dios  la situación. Es una invitación a dejarle a Dios  nuestro miedo. Ese preciso lugar y  momento en que dejamos a Dios  nuestros miedos, ese es el momento de fe.
3.¿Cómo crecemos en esta clase de fe? Tal vez, la lectura del Evangelio de hoy tenga una pista. Al leer el pasaje con mucho cuidado, me di cuenta de que Mateo incluye un detalle muy importante para el comienzo de este pasaje. Dice que Jesús “subió al monte a solas para orar.” Jesús trajo constantemente su vida a la oración y la trajo a su oración en la vida. En el único caso registrado donde Jesús pudo haber sido superado por el miedo - en Getsemaní - oró fervientemente. En la cruz, su vida y la oración se convierten en uno. La respuesta a la pregunta - “¿Cómo podemos crecer en la fe?” - es en la oración. Al igual que Jesús, la fe está trayendo nuestra vida a la oración y la oración a la vida. Desafortunadamente, no hay ningún atajo a la clase de fe que nos ayuda a navegar a través de nuestros temores.
Cada semana, nuestra celebración de la Eucaristía es donde la vida y Dios se cruzan. Aquí, en este altar que aportamos nuestra vida a Dios y desde aquí tomamos a Dios en nuestras vidas. Que esta Eucaristía aumente nuestra fe.

-Padre Satish Joseph