11 de agosto de 2019- La Fe - Mas Facil que Imaginamos

XIX Domingo Ordinario
Lecturas del dia
Hace solo una semana que la violencia armada cobró la vida de diez personas en el distrito de Oregon en Dayton. El domingo pasado por la noche, estaba entre las más de 2.500 personas reunidas en el mismo lugar donde un joven había desatado el terror y la muerte. ¡Ni siquiera habían pasado veinticuatro horas desde el tiroteo masivo, pero la gente tuvo el coraje de unirse y ser una comunidad! ¿Qué hace que los seres humanos actúen de esta manera? ¡Qué tienen los seres humanos que en la hora más oscura nunca nos rendimos! Se llama fe. Puede que no siempre sea una fe religiosa. Pero es fe. La fe es la convicción inexplicable que tienen los seres humanos de que, a pesar de todo, podemos acercarnos al próximo momento, a la siguiente hora, al día siguiente, a la semana próxima, ¡de hecho, al futuro con esperanza! "Tengo que tener, fe, fe, fe", dice una canción de George Michael. En la lectura de las Escrituras de hoy, también podríamos escuchar al autor de la carta a los hebreos decir: "¡Tenemos que tener fe, fe, fe!"
 Aquí están mis tres puntos para hoy:

1. Definir la fe. La definición cristiana de fe proviene de la segunda lectura de hoy. Hebreos 11:1 dice: "La fe es la realización de lo que se espera y la evidencia de las cosas que no se ven.” Esta definición revela una paradoja, ¿no es así? ¿Cómo podemos realizar / alcanzar lo que solo se espera? ¿Cómo se puede tener evidencia de cosas no vistas? ¡Aquí precisamente está la paradoja! La fe se hace necesaria precisamente porque no nos damos cuenta de todo de una vez, y no tenemos evidencia de todo lo que aún no hemos visto. Como Hebreos nos señala acerca de Abraham, ya sea sobre la nueva nación que le prometieron, o el nacimiento de Isaac, o el sacrificio de su hijo Isaac, tuvo que creer antes de que la promesa se cumpliera. Conceptualmente, si bien esto es difícil de entender, ejercemos la fe con más frecuencia de lo que pensamos. Piensa en una pareja que está por casarse. No tienen idea de cómo será su vida juntos, pero dicen: "¡Sí quiero!". Eso es fe. Los padres deciden traer niños al mundo. No tienen una idea del futuro del niño, pero tienen fe. Los niños van a la escuela y reciben una educación con la esperanza de que les permita obtener un empleo remunerado y significativo. Las personas no reciben una carta de cita y luego deciden si van a la escuela. Vamos a la escuela con la confianza de que algún día la educación dará sus frutos. Eso es fe. "La fe es la realización de lo que se espera y la evidencia de cosas que no se ven". Si piensas en ti mismo como una persona de poca fe, piensa de nuevo. ¡Como seres humanos, ejercemos una tremenda cantidad de fe todos los días! Por naturaleza, somos personas de fe. Como cristianos, nuestro desafío es traducir nuestra capacidad humana muy natural y aplicarla al ámbito religioso. 
   

1. Guarda la Fe. Las primeras comunidades cristianas enfrentaron un problema de fe. Los pasajes del Evangelio como el que tenemos hoy están destinados a abordar directamente el problema. El problema fue la demora en la venida de Cristo. Para agregar a esto, en el año 70 dC, los romanos sitiaron Jerusalén  devastaron el Templo de Jerusalén. Muchos creyentes interpretaron la destrucción del Templo como una señal de que el fin era inminente. Sin embargo, pasaron los años y no había señal de Cristo. La demora en la venida de Cristo, junto con la destrucción del Templo, sacudió la fe de muchas personas. Agreguemos a esta situación ya crítica, la realidad de las persecuciones, y tenemos las condiciones para una crisis de fe perfecta. Las parábolas, como la parábola del mayordomo fiel que tenemos en la lectura del evangelio de hoy, estaban destinadas a fortalecer su fe. También estaban destinados a advertir a los creyentes contra la complacencia y la desesperanza. Quizás, estas parábolas son más relevantes para nosotros hoy que para los primeros cristianos. Somos removidos del evento de Cristo por más de dos mil años. Es posible que perdamos la perspectiva. Es posible que perdamos de vista nuestro destino. Es posible que confundamos nuestras actividades terrenales con nuestro destino eterno. Es posible que perdamos la fe. En la última encuesta del Pew Research Center, los datos revelan que solo una de cada tres personas cree que el pan y el vino en la Eucaristía son en realidad el Cuerpo y la Sangre de Cristo., espero que esta encuesta nos ayude a apreciar la lucha de fe de los primeros cristianos. Esta semana permita que la parábola del mayordomo fiel y vigilante le hable. Espero y rezo para que cada uno de nosotros pueda ser uno de esos mayordomos. 
   

1. El mayordomo fiel y vigilante. Desde la perspectiva cristiana, ¿por qué importa la fe? La fe importa por dos razones. Primero, la fe importa porque nuestro destino está en el futuro. Cuando la eternidad con Dios se encuentra en un futuro lejano, es fácil obsesionarse con lo que tenemos ahora: nuestra riqueza, nuestra reputación, nuestra fama, nuestras armas, nuestro poder, los placeres de la vida. Solo la fe nos mantiene arraigados en nuestro destino cristiano. Segundo, la fe es importante porque la fe nos invita a vivir nuestras vidas desde la perspectiva de nuestro destino futuro. Y aquí es donde comienza nuestro problema. Jesús nos dice en el evangelio de hoy: "¿Dónde está tu  tesoro, allí estará tu corazón?" Te invito a reflexionar esta semana sobre las palabras de Jesús. Cual es nuestro tesoro? ¿Dónde está nuestro tesoro? Si, como dice Jesús, "Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón", ¿dónde está nuestro corazón? Si Jesús viniera hoy, ¿seríamos considerados mayordomos fieles y vigilantes? Dije en mi primer punto que la fe es una condición humana natural. Ejercemos fe en muchas áreas de nuestra vida diaria. Esta semana reflexione sobre cómo también podemos aplicar esta habilidad a nuestra fe en Dios. 
   

Es la fe que nos reúne cada semana alrededor de este altar. Es la fe que nos hace acercarnos al altar para recibir a Cristo en la Eucaristía. Incluso mientras vivimos en este complejo mundo que espera a Cristo, pongamos nuestro corazón donde está nuestro verdadero tesoro: Jesucristo. 
- Padre Satish Joseph