1 de noviembre de 2020 - Santos Todos, Santos Aqui y Ahora

Solemnidad de Todos los Santos
Lecturas del Dia
La Fiesta de Todos los Santos tiene una historia muy larga e interesante. Si bien el origen exacto de esta fiesta no está claro, se cree que comenzó orgánicamente al final de la persecución cristiana alrededor del 312 D.C. La conversión de Constantino no solo trajo un respiro a los cristianos, sino que también les dio la oportunidad de mirar atrás y honrar a los mártires y ejemplares de la fe. La iglesia tenía un creciente deseo de honrar a la gran cantidad de mártires, especialmente a aquellos que fueron martirizados durante la larga y brutal persecución de Diocleciano (303-311 EC). Si la iglesia primitiva tuviera que conmemorar a cada uno de estos mártires individualmente, no habría suficientes días en el calendario anual . Por tanto, una fiesta común para todos los santos parecía apropiada, si no inevitable.
La primera mención de la Fiesta de Todos los Santos se encuentra en la predicación de San Efrén (m. 373) y San Juan Crisóstomo (m. 407). El 13 de mayo de 609 DC, el Papa Bonifacio IV consagró el Panteón en Roma a la Virgen María y a todos los mártires y de esta manera también estableció la celebración formal de Todos los Santos. Más tarde, a mediados del siglo VIII, el Papa Gregorio III hizo de Todos los Santos un día santo y fijó el 1 de noviembre como fecha para la celebración. Hoy, el significado de la fiesta se amplía para incluir a todas aquellas personas que han entrado al cielo. Incluye a todos los santos en el canon oficial de la Iglesia y aquellos que no lo están. Es una fiesta de todos los creyentes que se encuentran cara a cara con Dios en el cielo. Entre ellos se encuentran personas de nuestras propias familias, nuestra propia parroquia, nuestros pueblos y barrios, nuestros parientes y nuestros amigos.   
Esta Fiesta es tanto una celebración como una invitación. En tres puntos, permítanme reflexionar sobre el significado más profundo y las implicaciones prácticas de esta fiesta. 

1. Una celebración del amor de Dios. “Mira el amor que el Padre nos ha dado para que seamos llamados hijos de Dios y lo  somos ”(I Jn 3: 1-3). En primer lugar, la Fiesta de Todos los Santos es una celebración del amor de Dios, un amor que nos hace "hijos de Dios". En realidad, podemos decir que la Fiesta de Todos los Santos es la culminación de la historia de la salvación. La visión que Juan describe en la primera lectura de hoy - un gran número de personas de pie ante el trono de Dios clamando: "La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del cordero", es precisamente cómo la historia de la salvación está destinado a concluir. La salvación, desde la perspectiva cristiana, es un acto de amor supremo de Dios, que es amor (I Jn 4, 8). Se logra en y a través de la vida del Hijo de Dios, Jesucristo.  Y a través de Cristo, el Hijo, somos adoptados como hijos e hijas de Dios, hijos amados de Dios. En la Fiesta de Todos los Santos celebramos esta realidad. La fiesta, sin embargo, también es una invitación. Es una invitación a vivir nuestra nueva identidad de hijos de Dios. No somos un pueblo sin rumbo que deambule por la vida sin identidad ni destino. Cristo es nuestra identidad, nuestra vida en la tierra es un peregrinaje y nuestro destino es la vida eterna con Dios y con nuestros hermanos y hermanas. 
   

1. Todo el pueblo de Dios. La visión de Juan en el libro de Apocalipsis es muy relevante para nuestro tiempo. Vio una gran multitud que nadie podía contar "de toda nación, raza, pueblo y lengua" (Apocalipsis 7: 9). La idea de que en el primer siglo, en una época de persecución brutal, Juan tuviera una visión del cielo compuesta por personas de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas es realmente fascinante. Esto es lo fascinante: que el cielo refleja la tierra, o deberíamos decir, la tierra refleja el cielo. Cuán terriblemente estrechos tenemos que ser para imaginar un mundo que excluye, rechaza, oprime y mata a las personas por sus diferencias. El racismo, las guerras culturales, la limpieza étnica, la discriminación basada en la nacionalidad, la raza, la cultura y el idioma no es solo un crimen contra la humanidad, sino también una ofensa contra Dios y el cielo. Por eso yo considero que Papa Francisco había llamado por la “amistad social” y la “fraternidad” en su última encíclica Fratelli Tutti verdaderamente profético. El Papa Francisco dice: “La amistad social y la fraternidad universal exigen un reconocimiento del valor de toda persona humana, siempre y en todo lugar” (FT, 106). Su llamado no es solo un llamado a un nuevo orden social, sino que es un llamado a ser el pueblo universal de Dios. La Fiesta de Todos los Santos, entonces, es una celebración de la naturaleza universal del pueblo de Dios tanto en el cielo como en la tierra. También es una invitación a imaginar una tierra que refleje la universalidad del cielo de Dios. Ojalá no nos encontremos faltos en este sentido. Más importante aún, que no seamos culpables de destruir la visión de Dios de un cielo y una tierra universales. 
   

1. Bienaventuranzas: La vida de los santos. La idea más significativa detrás de la Fiesta de Todos los Santos es el hecho de que celebra a todos aquellos que son la presencia de Dios y no meramente a aquellos que la Iglesia sostiene canónicamente como santos. ¡Esto también nos incluye a nosotros! Puede que no disfrutemos de la visión beatífica ahora, pero tenemos el privilegio y la oportunidad de estar en la presencia real de Cristo. De hecho, toda Eucaristía es una celebración de los santos. Sin embargo, a menudo pensamos en los santos como personas extraordinarias con virtudes extraordinarias y heroísmo sobrehumano. La forma en que el evangelio mira a los santos es un poco diferente. La santidad no es un trofeo que nos propusimos lograr. No nos convertimos en santos al final de nuestras vidas. Vivimos la vida de los santos aquí y ahora. Para ello, no necesariamente tenemos que hacer cosas heroicas. Como dijo la Madre Teresa, “No todos podemos hacer grandes cosas. Pero podemos hacer pequeñas cosas con mucho amor ". Las Bienaventuranzas es precisamente el camino de los santos, el “camino pequeño” para convertirse en santos. Ser pobre de espíritu, la capacidad de llorar con otros, ser manso, tener hambre y sed de justicia, ser misericordioso, ser pacificador y estar dispuesto a pagar el precio de la justicia: esta es la vida de los santos. Si esta Misa es una celebración de los santos, entonces esta próxima semana es la invitación de Dios a vivir la vida de los santos sin importar dónde nos encontremos. Ahora que la elección termina y los resultados se conozcan, ¡vivamos las bienaventuranzas! Si podemos hacer eso, estamos en el buen camino hacia la santidad.
   

Al entrar en la santa presencia de Dios en esta Eucaristía, creemos que es un sabor de la eternidad. Somos gente de muchas razas, naciones y lenguas en este mismo espacio glorificando a Dios con un solo corazón y una sola mente. Que nuestra celebración de todos los santos como esperamos ser con todos los santos un día en el cielo. Amén.
-Padre Satish Joseph